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jueves, 2 de enero de 2014

miércoles, 1 de enero de 2014

LA NOMINA DE AGUSTINA DE ARAGON


La nómina de Agustina de Aragón

Un legajo de documentos encontrados en el archivo de la Diputación Provincial de Zaragoza revela datos hasta ahora ignorados sobre la artillería durante los Sitios. Destaca la mención más antigua a la heroína Agustina.
La leyenda romántica cuenta que, justo después de que Agustina de Aragón disparara el cañón, Palafox tomó los galones del sargento muerto a sus pies, y, con sus propias manos, se los impuso a la heroína. Pero se trata de eso, de una leyenda romántica. Tanto, que en realidad hoy sabemos que, cuando se produjo el famoso episodio del cañón, Palafox ni siquiera estaba en Zaragoza.
De Agustina de Aragón se han escrito miles de cosas -incluso Lord Byron le dedicó un poema-, pero todas ellas después de los Sitios. Aunque nunca se ha puesto en duda la veracidad de su gesta, su nombre no aparecía en ningún documento emitido durante los asedios. Ya no. El investigador Luis Sorando acaba de encontrar un legajo con documentación hasta ahora desconocida sobre el batallón de Artillería del Ejército de Aragón. Los papeles pertenecen a Manuel Coleta, el habilitado de Artillería y, nadie sabe por qué motivo, aparecen mezclados con documentación del Hospital de Nuestra Señora de Gracia. El habilitado era una especie de jefe de personal y se encargaba de pagar los sueldos. Tenía que estar perfectamente al tanto, pues, de cuántas pagas había que entregar. El 8 de septiembre de 1808 dispuso las ‘nóminas’ y, para ello inventarió los artilleros de la primera compañía que habían sobrevivido al primer sitio: 97. Hacia el final de la lista, la sorpresa: Agustina Zaragoza.
“Por orden de Su Excelencia”
Manuel Coleta pensó que sus superiores, o la Historia misma, dudarían de él, que se veía muy raro, aun en guerra, aun en una ciudad sitiada, la inclusión de una mujer en la lista. Y por eso anotó en el margen: “Por orden de Su Excelencia”. Es decir, por orden personal de Palafox.
“El descubrimiento nos confirma algo que ya sabíamos, que Agustina ascendió a sargento y a subteniente después -apunta Luis Sorando-. Pero nos demuestra que sí es cierto que Palafox tuvo en alta estima su gesto desde el primer momento. La admitió como soldado para que comiera”. No es que el sueldo de artillero raso fuera una maravilla, pero el ingreso en el Ejército garantizaba comida y ropa gratis. En principio. ¿Vistió Agustina el uniforme de artillero, como figura en algún grabado antiguo? Pues seguramente, no. Porque no hubo, ni mucho menos, uniformes para todos.
“Palafox fue un gran reclutador, pero un mal organizador -relata Sorando-. En el primer sitio se empeñó en hacer un montón de compañías sueltas, y por eso es enormemente difícil estudiar el Ejército de Aragón. Por ejemplo, creó el Regimiento de Granaderos de Palafox, con los soldados de más altura de todos los cuerpos, o el Batallón de los Catalanes, o los Suizos de Aragón… Y, luego, muchas compañías cambiaban de nombre casi de un día para otro: la del Arrabal, de Jorge Ibort, de Cazadores del Arrabal o de la Guardia del General, por ejemplo, son en realidad la misma”.
A todas ellas se les quiso dar uniforme. Puede parecer cosa banal, pero no lo era: si los franceses cogían a un civil peleando lo ejecutaban de inmediato, pero si apresaban a un uniformado lo consideraban prisionero de guerra y tenía posibilidades de salvar la vida. Así que los sastres de Zaragoza estuvieron a pleno funcionamiento durante los dos sitios, incluso cuando la ciudad era muy castigada.
El papel de la artillería
Palafox ordenó que los zaragozanos entregaran todas las piezas de paño blanco, pardo y azul que tuvieran en casa, así como el lienzo para hacer camisas. En el periodo entre los dos sitios se aprovechó para comprar más telas y para coser más uniformes. Pero fueron insuficientes.
Y fue en ese momento, cuando los franceses estaban rumiando el segundo asalto a la ciudad, cuando Palafox reorganizó todo su ejército y redujo a una cuarta parte los sesenta cuerpos ridículos que había creado.
Uno de esos cuerpos cuya contribución fue decisiva era precisamente el de los artilleros. Pero hasta ahora no se sabía casi nada de su aportación, no se había encontrado documentación. Los papeles de Manuel Coleta que se guardan en el archivo de la Diputación Provincial de Zaragoza vienen a paliar ese déficit. Porque ofrecen numerosa información: desde las baterías distribuidas por la ciudad al nombre y procedencia de todos y cada uno de los soldados que las servían, pasando por el número y calibre de proyectiles empleados por todas ellas. Un fondo documental que servirá para desarrollar nuevas investigaciones.

Via: heraldo.es