D. JOAQUIN DE VILLAVA Y HEREDIA
ERA natural de Zaragoza, hijo de los ilustres consortes D. Miguel de Villava y Aybar, Regente de la Real Audiencia de Aragón, y D. Micaela de Heredia y Atamán, de la noble casa de Graus. Fué por tanto hermano del famoso jurisconsulto D. Manuel de Villava y Heredia, y sobrino carnal de D. Luis Gonzaga de Villava y Aybar, comandante general de artillería del ejército de Aragón, durante el segundo sitio de Zaragoza.
En el colegio de Segovia cursó con tanto aprovechamiento la carrera de Artillería que obtuvo el número primero en la promoción continuando en aquellas aulas los estudios que se llamaban sublimes.
En 1808 sirvió en el ejército de Castilla la Vieja al mando de D. Gregorio de la Cuesta, encontrándose en las batallas de Cabezón y Rioseco en cuyos desgraciados hechos de armas se distinguió por su denuedo: é incorporado de nuevo á dicho ejército, después de su retirada concurrió á la defensa de Logroño en los días 28 y 29 de octubre mandando una de las baterías que sostuvieron el recinto de aquella capital. Asistió después á la batalla de Tudela y á todo el segundo sitio de Zaragoza donde alternó con sus compañeros del Real Cuerpo en el servicio de las baterías, desempeñando á la vez el cargo de ayudante de campo de su tío el general Villava.
Hecho prisionero por consecuencia de la capitulación, logró fugarse en compañía de su ilustre pariente, á quien siguió á Murcia y Mallorca.
Por sus méritos en la guerra de la Independencia obtuvo el grado de teniente coronel sobre el empleo de capitán de artillería á que ascendió en 1811. Era oficial distinguidísimo por su gran cultura y bondadoso carácter; sirvió en Madrid, la mayor parte de su vida, destinado á la Junta Superior Facultativa, y ascendido á coronel del cuerpo en 1837, fué algunos años secretario de la Dirección general, y últimamente Comandante del arma en Zaragoza, donde falleció el u de junio de 1843.
Su muerte fué repentina y ocasionada por un disgusto muy grave que tuvo con el general Seoane, Capitán general de Aragón. Llamado por éste á su palacio (que era el de los Condes de Fuentes sito en el Coso), departieron general y coronel sobre los sucesos políticos que se avecinaban y tuvieron tan desastroso final para la Regencia del Duque de la Victoria como para el mismo Seoane, vencido y abandonado por los suyos en los campos de Torrejón de Ardoz. El General, decidido á lanzarse á la lucha, aguijoneado por su habitual cuanto irreflexiva impetuosidad, no pudo oír con paciencia los sanos y prudentes consejos que le dio Villava para que aguardase los acontecimientos sin precipitarse á resoluciones peligrosas, pues no era posible desconocer que el ejército en general y el de Aragón en particular, había perdido la fe en Espartero y miraba con simpatía la declaración á favor de la mayor edad de la Reina Isabel, sustentada por Narváez.
El consejo era leal y bueno; pero no sólo fué desoído, sino contestado con tal alubión de palabras injuriosas, que el pundonoroso anciano cayó como herido del rayo víctima de fulminante apoplejía falleciendo á los pocos momentos en la misma cama del General, aterrado de las consecuencias de su destemplanza.